Toda la vida humana vibra en un escrito. Y como la vida reflejada en el autógrafo se compone de energías, fuerzas y materia, de facultades, funciones y estados íntimamente unidos entre sí, asimismo es el escrito o totalidad gráfica integrada por signos, grafías, renglones y espacios: forma un todo integrado por dichas partes.
En la vida todo vibra fluyendo a todo y cada parte se detalla y se enlaza distinta. En el escrito cada signo, cada palabra, cada renglón y cada espacio, cada forma y cada aspecto, responden al escritor y reflejan su naturaleza, alma y espíritu o su constitución, temperamento y carácter, condicionados por las circunstancias de modo, lugar y tiempo del acto escritural permitiendo descubrirla e interpretarla.
Ningún indicio o signo por sí solo puede manifestar y revelar toda la vitalidad vibrante del escritor, ni bastan para conocerla aunque, cada parte y el conjunto co participan de la vivencia total de éste.
Como la vida jamás repite circunstancia alguna, tanto varían de continuo los signos o indicios como los atributos y cualidades que significan.
No obstante, cada trazo y cada blanco, cada omisión y cada exceso responden a la actualizada unidad viviente del escritor y complementan individualizándose así, el escrito o conjunto logrado.
«Escribir es simplemente hablar con signos en vez de voces»
En la Grafología, en el arte y ciencia de interpretar bio-psicológicamente la escritura de determinado autor por el eficiente examen de ésta, todos los detalles importan, no tanto por sí mismos, debido a ser convencionales indicadores, sino por el conjunto circunstancial que integran por el irreversible e irrepetible hecho escritural consumado y además por el potencial y la capacidad interpretativas del grafólogo.
Dada la infinita variedad del suceder vital jamás se repiten trazos, intensidades, magnitudes, proporciones, formas y disposiciones de la escritura. Lo cual impide hallar identidades entre escritos de un mismo autor hecho en diferentes momentos y hallar identidades entre similares escrituras de autores diferentes.
El conjunto expresa el potencial, clase y jerarquía del mismo. Cada célula gráfica, cada letra, cada blanco al responder a la unidad funcional dinámica, anímica y mental del mismo evidencian su vida.
Escribir es simplemente hablar con signos en vez de voces. Es concretar por la escritura lo íntimo del escritor, condicionado por su alma y materializado por su naturaleza, pero condicionado también por las circunstancias de modo, tiempo y lugar imperantes.
Para descubrir el contenido bio-psicológico involucrado en la escritura y lograrlo hacer en forma natural y efectiva, y no mediante ensayos de escuela, sistema y autoridad es preciso que usemos el mismo y único procedimiento utilizado en cuantas disciplinas tratan del conocimiento humano ya fuere por la observación: el rostro del gesto, de la marcha, de la voz o la mirada y/o por las circunstancias naturales natales, es decir, por las condiciones bio-cósmicas del nacimiento.
Dios, la Naturaleza nos ha provisto a todos los humanos de una fuerza función que es capaz de correlacionarnos vital, directa y positivamente y en forma natural con las energías, materias y fuerzas de los seres y de los mundos circundantes que nos compenetran.
Tal fuerza-función es la unidad sensible o sensibilidad que, referida al caso grafológico debe ser considerada como condicionada en forma simultánea por la inteligencia y conducida por la voluntad hacia la vivencia comprensiva del grafólogo y no enfocada hacia convencionales experimentaciones fenoménicas, místicas o especulativas.
Es así entonces como se entronca con nuestra actividad de Coaches. Observamos, sentimos, escuchamos y captamos señales imperceptibles, a veces, que nos permiten conectar con “esa pregunta poderosa” que tanto respetamos, creyendo que viene de nuestro intelecto y en realidad, es un impulso disparado por esa sumatoria de detalles traducidos en una vibración. Cuando estamos en ese espacio, todo fluye, la información danza y creo que es más atinado hablar de “escucha generosa” que por consecuencia se convierte en una pregunta poderosa.
Es así como vemos escrituras vigorosas, armónicas, llenas de fuerza y simpatía por la Vida. Este es un principio importante. ¿La persona que nos ha regalado su escritura para compartirla, está abierta a perfeccionarse?, ¿tiene optimismo? Es posible entonces, ¿conectarse para caminar juntos una vez que despejamos los obstáculos?
En mi caso, la Grafología me brindó tantas distinciones como el Coaching. Unirlos ahora, me sumerge en un mundo maravilloso, donde la Compasión reina y el Agradecimiento es la base.
En esta simple y universal concepción de la constitución del hombre podemos fundamentar una base racional para facilitar el examen, escrutinio e interpretación de la escritura y de ese ser humano que se nos acerca.
Hasta la próxima.
Autor:
Diana Espinal
Asociada a Liderarte Performance & Coaching
México- Argentina
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