
En una oportunidad un cliente me dijo: “no puedo con esto, me rindo” y le pregunté: ¿qué necesita este objetivo de ti…?
Esa sola pregunta movió la conversación hacia el objetivo en vez de hacia su situación limitante. Aquí se ve reflejada la Magia de la escucha activa.
“Hablar es una necesidad, escuchar es un arte”
Goethe
La escucha activa tiene que ver con dónde pones tu energía, qué miras con los oídos, qué escuchas con el corazón y con todos tus sentidos.
Tiene que ver con que te enfoques en la persona, el contexto, las relaciones, lo que la vida te pide. Es moverse más allá del campo actual y conectar con una esfera más profunda, con lo que emerge.
No tenemos acceso a la forma en la que un coach escucha, a no ser por las intervenciones y la forma en que usa la información que obtiene de la interacción con su cliente.
Lo que hacen los mejores del resto tiene que ver con:
A) Cómo estructuran las preguntas: si están centradas en lo que observan de lo que aprendieron de su cliente.
Si es curioso acerca de las emociones y la forma en la que el cliente experimenta la situación, el mundo, a él mismo y a las posibilidades logrando reflejar y preguntar, usando las expresiones que al cliente le son naturales.
B) Cómo conectan sus intervenciones: una conversación es un espacio de posibilidad, los coaches que dominan esta habilidad impactan y conectan en múltiples dimensiones:
El cliente cuando nos habla revela su mundo, sus intereses y preocupaciones y su perspectiva de la situación. Si nosotros escuchamos con atención y de forma activa, involucramos no solo el aspecto biológico de oír la información sino que además la orquestamos e interpretamos, escuchamos tonos de voz, cambios de energía, patrones, palabras que se repiten, expresiones verbales y no verbales, sus emociones, su campo energético, sus principios guía, incluso lo que evade o no puede ver. Todo eso presentado, reflejado, expresado en la danza de la conversación.
La ansiedad, el estrés: cuando siento que no estoy a la altura de lo que la situación presenta.
La desconfianza: en nosotros, en las capacidades del otro y en proceso mismo del coaching.
La falta de conexión: con las posibilidades, con el futuro emergente, con lo cotidiano, con las metas, con lo que el cliente piensa y siente acerca de él mismo y de la situación.
En mis años como coach he visto muchos ejecutivos entretenidos y preocupados por lo que van a decir, sin embargo cuando trabajo con ellos me enfoco en la forma en la que escuchan, porque eso sin duda determina sus posibilidades.
Michael Purdy, autor de “Escuchar en la vida cotidiana”, ha encontrado que las habilidades de escucha efectiva aumentan el poder personal, ya que, después de todo, «los hablantes tienen poco poder sin los oyentes»
Te recomiendo de ahora en más no solo dedicarle tiempo a verte bien cuando hablas, sino a llevar tu escucha más allá de lo obvio y sintonizarte para escuchar con tu mente y tu corazón abierto para provocar estados de ánimo movilizadores.
Por Marcela Fernández . Fundadora de Liderarte Performance & Coaching – Campus33.
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