Les comparto una nota que escribí para ICF México Charter Chapter
¿Por qué no puedo detener mi necesidad de ser la primera que ofrece café a todos en la junta? ¿Por qué sigo siendo la que toma las notas, estando todos en el mismo nivel jerárquico?
Me llevó tiempo darme cuenta de que mi modo de interactuar formaba parte de mi historia y mandatos que nunca me cuestioné.
Tener en una organización equipos diversos e incluyentes se volvió un tema de negocio, que está en la mesa de todos los comités de dirección con los que trabajo. Según Gallup, los equipos diversos son más resilientes, 17% más productivos, 21% más rentables, generan un 20% más en ventas y mejoran en un 10% más la satisfacción al cliente.
El INEGI 2020 arrojó que tan solo 1 mujer de cada 10 personas forma parte de la junta directiva de una organización. Y si le preguntáramos a ellas, si aspiran a un puesto mejor, 9 de cada 10 dicen que les gustaría y están dispuestas a asumir mayores responsabilidades.
¿Quieres ser parte de las mujeres que inspiran a otras, que no se animan a dar el paso o sienten que no pueden?
La empatía, la ternura, la compasión, el cariño, la solidaridad, son virtudes asociadas al género femenino y es algo que la Inteligencia Artificial no puede reemplazar. El mundo y las empresas necesitan más de nosotras.
Hace 20 años que trabajo al servicio de la grandeza de los seres humanos, colaboro en organizaciones enormes, acompañando a grandes líderes, hombres y mujeres a producir resultados. Ser coach ejecutivo me ayudó a identificar lo que me pasaba con respecto a mi poder personal, y también me ayuda a asistir a mis clientes para que logren navegar con coraje hacia el futuro y encontrarse con una mejor versión de ellos y ellas mismas, más empoderados y con mayor bienestar.
Aprendí que el poder no es algo malo, o un atributo que merecen unos pocos, aprendí y es lo que intento transmitir en cada conversación de coaching, que el poder se cultiva desde adentro, y tiene que ver con nuestra capacidad de movilizar recursos y producir resultados en el mundo. Es la velocidad en la que traduces tu intención en acción. El coaching ayuda a las personas a gestionar procesos desafiantes y complejos.
Tengo el privilegio de coachear a muchas mujeres ejecutivas. Me asocio con ellas en un proceso creativo y reflexivo que las inspira a maximizar su potencial profesional y personal y he notado cómo el coaching les ayuda elevar su autoestima, su autoconfianza y su autorespeto.
Un chequeo rápido.
- Tienes autoestima si sientes autovaloración positiva sobre el valor que entregas al mundo. Puedes decir “Yo hago una diferencia”.
- Tienes autoconfianza cuando sientes que atraviesas situaciones nuevas y tienes la capacidad de navegar en ellas. Los errores son oportunidades para aprender y te dices: “Siento que podré lidiar con lo que la vida me propone, incluso me permito pedir ayuda y salir adelante”.
- Tienes autorespeto porque respetas tus valores y lo que piensas. Crees en ti. Tienes una imagen positiva de ti. Te dices “Yo valgo”.
Si le pusiste una palomita, felicidades, contagia a otras, si no busca un coach que te ayude a pensar en lo que necesitas transformar de ti, y explorar qué quieres dejar ir y qué sí quieres invitar a tu vida hoy.
Reconocer tu poder personal, tu capacidad de elegir y actuar no es algo que está fuera, sino algo que se cultiva y se construye. Además, tengo buenas noticias, estamos en una gran época para tener un lugar en la mesa de decisiones de las empresas.
¿Sabías que la combinación de competencia y calidez ayuda a los líderes a avanzar a niveles más altos y parece producir mayor grado de compromiso? El 61,2% del top management de las organizaciones exitosas tiene un alto nivel en calidez. Las mujeres sin duda venimos equipadas con esa gran sensibilidad de ser cálidas y empáticas y compreder la importancia de las relaciones.
¿No sabes por dónde empezar?, escribe 100 cosas de las que te sientas orgullosa de ti y busca un coach con quien explorarlas.
Rick Hanson dice que tenemos cerebro de velcro para lo negativo y de teflón para lo positivo, algo que observo a menudo en las mujeres que coacheo y que también veo en mí misma. Nuestro sistema se alimenta por la cultura, los estereotipos sociales, la educación recibida, la atención selectiva. En el caso de las mujeres he observado algunas tendencias:
- Autoexclusión: Si no sentimos que estamos totalmente calificadas, no nos promovemos. Recientemente una clienta había elegido bajarse de la convocatoria para aspirar a una posición mayor porque sentía que no sabía todo y no lo tenía todo dominado. Me dijo, tengo que esperarme a estar lista. Esa falta de confianza, casi le hace perder una gran oportunidad. ¡Qué bueno que sí tenía un coach! Fue elegida y está desempeñando una extraordinaria labor. Lo que no sé, lo aprendo me dijo, mientras celebrabamos juntas sus nuevos retos.
- El autoreconocimiento negado, escatimado o deficitario: somos capaces de reconocer valor en otros más que en nosotras mismas. Tal vez la falta de amor a nosotras mismas, temor a no ser aceptadas, hasta nos puede hacer desaparecer en una relación. Negociamos mejor para otros que para nosotras mismas. Mejorar el conocimiento y romper con dinámicas sexistas es parte de un tema más fundamental «las niñas y las mujeres no pueden esperar ser recompensadas por su esfuerzo». Según la ONU mujeres, las mujeres realizan 2,5 veces más trabajo no remunero de cuidado de la familia y el hogar que los hombres. En Latinoamérica el número es mucho mayor. Si no sabemos reconocernos, tampoco sabemos pedir y poner límites.
- El síndrome de la impostora: muchas mujeres sienten que son un fraude en su trabajo. Que no merecen el éxito, no creen en ellas o en su talento. En ocasiones yo también me siento así, no es algo raro sentirnos incapaces, o que no estamos a la altura de las circunstancias. Lo raro es que esa duda que nos infecta y nos afecta perdure y nos mostremos inseguras, dudosas o confusas cuando en realidad no deberíamos. Pregúntate mejor, ¿Qué valor te estás dando? Observa la forma en la que te haces cargo de los diferentes aspectos de tu vida, en cuáles estás cediendo poder o utilizándolo en exceso. El poder no viene del afuera, te pertenece y tú puedes hacerlo por ti y para ti.
Qué hace el coaching en estos casos:
– Te ayuda a hacer un alto, a mirar una misma situación desde diferentes perspectivas, buscando respuestas a preguntas que tal vez nunca antes te habías hecho, a encontrar algunas razones y causas de fondo.
– Mejora el autoconocimiento. La habilidad de vernos a nosotros mismos claramente, según Tasha Eurich solo la tienen el 10% de las personas, aunque el 95% de las personas creen que se conocen. Ser coherente con lo que quieres y con quien eres es una de las grandes virtudes que puede traer el coaching a tu vida. Aprendes a preguntarte ¿Qué me hace hacer esto que estoy haciendo? ¿Qué es lo que hace que me descarrile de donde quiero ir o estar?
– Te ayuda a lidiar con la complejidad y la ambigüedad. El lenguaje y su articulación se activan en el lóbulo frontal, que es el responsable de procesos cognitivos complejos. Por tanto, una conversación de coaching, donde tienes la oportunidad de explorar tu mundo y expandir posibilidades, ponerle palabras a los dilemas y a tus aspiraciones, ¡es una conversación desde el lugar más inteligente de tu cerebro! ¿Qué cosas tienes que re-aprender? ¿Qué otras habilidades necesitas codificar en ti?
– El coaching te ayuda a aprender acerca de ti misma, a conocerte, a rediseñar comportamientos y emociones que no son funcionales, a reencuadrar lo que sea necesario para reconectar con tu propósito, en ocasiones a declararlo porque nunca te habías puesto a pensar cuál es tu misión y qué te hace brillar los ojos cada día. Te invita a hacerte preguntas como ¿lo que hago me da felicidad?
– Te impulsa a desafiar el status quo, las cosas son así, a reemplazar el “no se puede” por el “no sé cómo”, a que tomes riesgos, a revisar y cuestionar la forma en la que te describes a ti misma y te relacionas con las posibilidades. A hacerte protagonista de la película de tu vida.
En conclusión aprendes a responderte desde un lugar de absoluta conciencia temas como:
- Tengo claras las situaciones en las que me sentiré satisfecha.
- Sé donde estoy parada, conozco el poder y las limitantes de mis relaciones.
- Tengo claro hacia dónde voy, cuáles son mis metas personales y profesionales.
- Cuando fallo en algo, me doy cuenta qué fue lo que hice mal o qué necesito aprender.
- Soy consciente del impacto de mis acciones.
- Tengo un capital relacional (red de relaciones) que me ayuda a lograr lo que me propongo y se cómo aprovecharlo y contribuir.
- Generalmente puedo predecir como me comportaré en una situación dada.
- Tengo la capacidad de gestionar mis emociones y sintonizarme para traer bienestar para mí y para otros.
- Se cómo hacerme cargo de mis intereses y poner límites.
Prepárate.
Percíbete como agente de cambio.
Busca un coach que te ayude a reconocerte y amarte, a apostar a tu grandeza, a crecer y a valorar tu enorme capacidad de transformar la realidad.
Por Marcela Fernández . Fundadora de Liderarte Performance & Coaching – Campus33.